En la actualidad, el acoso sexual callejero es una problemática que afecta a miles de mujeres en el Perú. Frente a este fenómeno, se ha propuesto una solución que se encuentra anexada al activismo por parte de las víctimas de acoso y otras personas que estén de acuerdo con la causa. Sostenemos que esta es una de las soluciones más viables para combatir la problemática por lo expuesto a continuación. En primer lugar, esta medida suscita el empoderamiento femenino. Las mujeres, al compartir sus experiencias de acoso sexual con otras mujeres que han vivenciado situaciones semejantes, encuentran una comunidad segura. Además, el empoderamiento femenino contribuye a que desarrollen un rol protagónico en la sociedad. Por ende, se sienten capaces de revertir la situación actual de acoso, lo cual aumenta su autoestima. Por otro lado, esta medida contribuye con la visibilización de la naturaleza violenta del acoso. Una de las mayores trabas por los que esta problemática no se resuelve es por que las víctimas se quedan calladas por miedo o vergüenza, generando así una normalización del acoso en la sociedad. Además, según Perú 21 (2013), 9 de cada 10 mujeres de entre 18 y 29 años en la capital ha sido víctima de una forma de acoso sexual en la vía publica en los últimos seis meses. Por ello, el hecho de que cada vez más mujeres salgan a denunciar situaciones de acoso y luchar por sus derechos en espacios públicos con el apoyo de un gran número de personas genera un cambio en la percepción social respecto a la problemática.  Asimismo, esta medida genera un impacto en las familias que deriva en una modificación del modelo tradicional de crianza. Ello es posible debido a que se fomenta la lucha frente al acoso en lugar de la costumbre de intentar “prevenirlo”, actitud que, además de ser inútil, envía un mensaje equivocado a las personas. Esta posición es principalmente practicada por las madres, pues han crecido dentro de un sistema machista donde la problemática es tratada con normalidad, a pesar de acordar que es algo negativo. Por ello, el activismo social y su influencia en la familia realiza el efecto contrario: informa acerca del acoso y lo señala como un problema dentro de la sociedad. Así, las siguientes generaciones crecerán dentro un sistema que percibe y actúa frente a la problemática. Por último, la medida previamente mencionada generará un impacto nacional. Por lo tanto, es probable que el Estado ejecute medidas al respecto y pueda contribuir de forma positiva con esta. Igualmente, es posible que cada distrito, al ver que este problema se ha visibilizado, tome medidas que ayuden a controlar el acoso callejero y promueva el respeto a la mujer. Gracias al activismo generado por las mujeres y las ganas de aferrarse a sus derechos, el Estado ya promulgó leyes que sancionen el acoso callejero. Sin embargo, según un artículo publicado por “RPP noticias” (2018), solo 12 de los 43 distritos de Lima Metropolitana cuentan un conjunto de leyes que respaldan a la mujer en situaciones de acoso. Por este motivo, se espera que esta medida no solo tome un impacto entre sectores pequeños del país, sino que abarque a toda la nación. En síntesis, consideramos que la solución anteriormente descrita es la más óptima para combatir el acoso sexual callejero en Lima.